Bo Didley hizo una
canción con aquel dicho de “you can´t judge a book looking at the cover”. Es
decir, no debes juzgar un libro por su portada.
Parece muy sensato. Pero todos sabemos que “la cara es el espejo del
alma”, y la de veces que resulta cierto.
Llevándolo al terreno de la música, veamos si se puede juzgar la música de un disco por su carpeta, o su portada,
sin haberlo oído.
Yo afirmo que sí.
Desde luego en el terreno del rock, sin ninguna duda.
Estoy seguro de que todos los medianamente buenos
aficionados al rock que hayan comprado discos con alguna asiduidad, más de una
vez han comprado alguno simplemente porque la portada tenía buena pinta, sin
tener ni la más mínima referencia del grupo. Y acertaron.
El diseño de la
carpeta servía para crear previamente en el oyente un estado de ánimo adecuado
y receptivo hacia la música que ibas a
oír. Cuando caía en tus manos el
“Sticky fingers” de los Rolling Stones, con aquella cremallera de verdad que se abría
de verdad, era como si le estuvieses bajando los pantalones al mismísmo Jagger
y le pudieses ver los calzoncillos firmados por Warhol. ¿Cómo iba a ser malo
ese disco? ¿Cómo va a ser igual de bueno editado en tamañito CD? La carpeta del
primer disco de King Crimson, con ese rostro gritando, sin una letra, y que
además se desplegaba hasta tener en tus manos una apabullante ilustración de 30
x 60 cm que te dejaba entre pasmado y estremecido, era lo ideal para
escucharlo. Ese disco era bueno. “Thick as a brick”, de Jethto Tull, que era un
periódico entero, a tamaño de periódico, con todas las páginas y
secciones. Las maravillosas
ilustraciones de Roger Dean para Yes. El potentísimo Corben que ilustraba “Bat
out of hell” de Meat Loaf. “Sargent
Pepper´s lonely hearts club band” o el blanco de The Beatles. Y
cada uno podrá añadir los que crea conveniente. Debo aclarar que casi todo lo que digo aquí hay que
entenderlo referido a los discos de vinilo, cuyas carpetas, aunque sólo sea
por cuestión de tamaño, eran incomparablemente más atractivas y vistosas que
las cositas esas que llamamos CDs. Huelga decir que los formatos digitales como
mp3 y el internet han logrado que el diseño gráfico de las carpetas de discos
se haya vuelto algo irrelevante o ignorado. No obstante varias de las carpetas las reproduzco a partir de los CD. Qué se le va a hacer.
Voy a centrarme en la carrera de un grupo concreto para
analizar la evolución de su música
únicamente mirando las portadas de sus discos:
Roxy Music.
Yo los conocí en los primeros 80. Y en esa época no
podía más que dar la razón a Siniestro
Total cuando cantaban aquello de “¿sabías que a Bryan Ferry le huele el
aliento?”. No obstante siempre me intrigó que La Mode, otro grupo que me gustaba, le dedicase, con evidente admiración, “Aquella canción de
Roxy”. Tardé en descubrir que ambos tenían razón.
Su primer disco ROXY
MUSIC, de 1972, tiene una de las carpetas más poderosas de la historia del
rock. Desplegabas la carpeta y a un tamaño de 30 x 60cm te miraba una mujer imponente, vestida con un
toque a los años ´50, exhibiendo un gesto de lascivia pocas veces visto,
sugerente, retorcida, sofisticada, incitante, peligrosa. El fondo blanco hace
que sólo exista ella y logra que sólo nos fijemos en que ella se está fijando
en nosotros. Como te pille te devora. Tremendo.
Se pueden ver otras muchas tomas de la sesión de fotos.
La modelo es Kari-Ann Muller. El fotógrafo es Karl Stoecker.
Como en todos los
discos, el concepto inicial de la portada es de Bryan Ferry, si bien luego los desarrolla
con otros diseñadores como Antony Price.
En su segundo disco, “FOR YOUR PLEASURE” (marzo 1973), la portada también se despliega
para mostrar un paisaje urbano nocturno. Una mujer fatal vestida de cuero negro
está paseando a una pantera. Al fondo la espera una limusina con chofer que, no
sé por qué, se ríe.
Seguimos en un mundo de mujeres incitantes, sofisticadas,
que desbordan un glamour peligroso. Dan un poco de miedo. Y esta, al menos, no
te mira directamente, aunque su pantera sí. Esta portada es el negativo de la
anterior.
En aquella predominaba la luz y en esta todo es negro. Frente al minimalismo
de la primera, cierto recargamiento. Demasiada retórica, diría yo. Pero muy
potente.
El fotógrafo vuelve a ser Karl Stoecker. Y la modelo es
nada menos que Amanda Lear, que en aquel momento era la novia de Ferry.
La carpeta también se abre y, como en el
primer disco, es la fotografía cenital
de una mujer tumbada que nos mira con expresión difícil de interpretar. Por el
título, que significa abandonado o varado, alguno podría pensar que es la
superviviente de un naufragio, dada su ropa escasa, desgarradamente roja, y
ese entorno de lujuriosa vegetación que la rodea. Pero, pensándolo bien, parece
que está mirando a su amante después de un rato de salvaje pasión. O antes, a
saber, porque el punto de vista cenital crea esa sensación de mujer que se te ofrece... que no sé yo.
Todo es tan ambiguo, tan turbio.
Todo es tan ambiguo, tan turbio.
La modelo es Marilyn Cole, novia de Ferry en ese
momento y Playmate del año.
COUNTRY
LIFE,
(noviembre 1974)
La repera. Cualquiera diría que hemos deslumbrado con
los faros del coche a dos fierecillas que salían del bosque. Estas dos chicas
en ropa interior, que nos miran sin miedo ni sorpresa, ¿qué estaban haciendo
entre los arbustos? ¿Debemos disculparnos por interrumpir, o nos invitan a
participar? Uno se siente incómodo, como un voyeur involuntario. Seguimos en el
territorio de lo procaz, y del desafío a las convenciones. La portada también
continúa por detrás, pero sólo la parte frontal tiene chicha. La parte trasera
son sólo arbustos.
Esta portada fue censurada en varios países, España
entre ellos. Se sustituyó la foto de las chicas por la parte de la foto de los
arbustos sin nadie.
Las modelos son Constanze Karoli y Eveline Grunwald, que colaboraron en la letra de alguna canción. La foto es de Michael Ochs.
Las modelos son Constanze Karoli y Eveline Grunwald, que colaboraron en la letra de alguna canción. La foto es de Michael Ochs.
SIREN
(1975)
Es la primera portada que no continúa por detrás. La
foto ocupa el cuadrado de 30 x 30 que es la portada de un vinilo, pero sigue
siendo una portada espléndida. La contraportada está compuesta por unos
retratos de los músicos que recuerdan un poco a los de los colaboradores en el
ABC, y donde les vemos con un aspecto más formalito de lo habitual.
En la portada volvemos a tener a una mujer que ahora se arrastra sobre las duras rocas de un paisaje costero. Ya no es humana. Debemos suponer que es una sirena, pues tiene aletas en los
pies y luce una corona. Acaba de salir del mar y viene a por ti. Lo que hasta ahora era carne cruda, hembras cada vez más expuestas y despojadas (con la salvedad del segundo), aquí está sublimado por la mitología. Lo que se nos viene encima no es una mujer, es una sirena. Quizá por eso su mirada no perturba tanto. La bruma en que se pierde el paisaje le da un aire de evocación mágica.
La gama de colores fríos distancia un poco. La interacción título-foto carece de las connotaciones depravadas que había en “Country life” o “For your pleasure”. Si tu madre te pillaba con este disco, probablemente no decía nada. Es todo más literario, más lirico, más elegante. Homero y Andersen se interfieren en nuestra percepción.
En la portada volvemos a tener a una mujer que ahora se arrastra sobre las duras rocas de un paisaje costero. Ya no es humana. Debemos suponer que es una sirena, pues tiene aletas en los
pies y luce una corona. Acaba de salir del mar y viene a por ti. Lo que hasta ahora era carne cruda, hembras cada vez más expuestas y despojadas (con la salvedad del segundo), aquí está sublimado por la mitología. Lo que se nos viene encima no es una mujer, es una sirena. Quizá por eso su mirada no perturba tanto. La bruma en que se pierde el paisaje le da un aire de evocación mágica.
La gama de colores fríos distancia un poco. La interacción título-foto carece de las connotaciones depravadas que había en “Country life” o “For your pleasure”. Si tu madre te pillaba con este disco, probablemente no decía nada. Es todo más literario, más lirico, más elegante. Homero y Andersen se interfieren en nuestra percepción.
La modelo es Jerry Hall, que era novia de Bryan Ferry,
y lo sería después de Mike Jagger. Lo curioso es que la modelo del primer disco acabó
casada con el hermano de Jagger. El fotógrafo es Graham Hughes.
El disco en directo VIVA! (1976) me lo voy a saltar. No está mal, pero es un disco muy
de circunstancias, con el grupo en crisis.
La portada no tiene ninguna
elaboración. Es un vulgar fotomontaje con una tipografía muy tosca.
MANIFESTO
(1979)
Después de varios años de semi separación vuelven con un
manifiesto. ¿Significaba esto que es
un nuevo principio? En buena medida sí. Todo ha cambiado. La portada está abarrotada de gente. Es una
fiesta elegante, llena de confeti. Casi
todo son chicas, aunque también aparecen dos hombres. Pero resulta que todos
son maniquíes. No hay ni un ser humano real. Es todo tan estático. La
fotografía congela instantes de vida, pero congelar un instante de una fiesta
de estatuas… ¿Esto es un disco de Roxy Music? ¿De los mismos Roxy Music? Queda
claro que hay voluntad de reinventarse, y en cierto modo, de distanciarse de su
etapa previa.
La portada fue diseñada por Ferry y Antony Price. Hay una versión con los maniquíes desnudos para un single.
El cambio sigue.
La foto llena toda la portada y media contraportada. De repente nos
encontramos con tres muchachas lanzadoras de jabalina ante un fondo vacío,
vestidas con clámides, o peplumes, o túnicas de resonancia griega. Orden y
clasicismo. Ninguna nos mira. Nadie nos invita a nada. Todo resulta tan
estudiado, tan ordenado, tan higiénico y tan casto que uno duda de si ha
comprado un disco de Roxy. No hay emoción, ni riesgo, ni sarcasmo, ni peligro.
Ni siquiera la decadencia de un fin de fiesta. No sé, no sé.
Pero, ¿esto
qué es? ¿Ahora nos vienen con el rollo medieval- artúrico de caballeros andantes
con un halcón en el puño? ¿Pretende evocar el último viaje del Rey Arturo hacia
la isla mágica de Avalon? Mitología y
misticismo arropados por un paisaje de nieblas y misterio. Mucho ambiente, mucha atmósfera y esas pamemas. ¡Pero si ya no
hay ni chicas en la portada! Bueno, en
realidad sí: la correspondiente novia de Ferry, Lucy Helmore, es la que está
dentro del casco y la armadura, aunque,
claro, no se la ve. Si las doncellas de Flesh and Blood ya ni nos miraban, aquí,
directamente, no da la espalda. Sólo bajo los efectos de una grave intoxicación
de new age a lo Enya "avant la lettre" podía interesarte esta
portada.
La portada
fue diseñada por Peter Saville.
Lo mejor es
que todo lo que he dicho sobre el aspecto de las carpetas se puede aplicar a la
música de los discos. (Sólo una salvedad: la portada del primero es mi
favorita, si bien la música que contiene no creo que esté al nivel.) La
evolución se apreciará todavía mejor si vemos el cambio que fue experimentando
la indumentaria de los miembros del grupo. También da pistas.
Y a los que
no hayan escuchado a este grupo, espero haberles ayudado a decidir qué disco va
a ser su favorito antes de tener que oírlo.