jueves, 31 de diciembre de 2020

DIBUJAR LO INVISIBLE: EL TIEMPO Y EL SONIDO EN LOS TEBEOS

 

Ahora que tanto se reflexiona sobre el lenguaje del Cómic, sobre la imagen secuencial, sobre que  “narrar bien” es más importante que dibujar bien, vengo observando que nos olvidamos de algunas de las convenciones gráficas más genuinas de este leguaje, que le permiten dar imagen a lo que no se ve: el sonido y el tiempo. 

 Me refiero a las onomatopeyas y a las líneas cinéticas. 

Son  dos recursos que, curiosamente, han generado siempre cierta desconfianza entre los autores. Muchos de los grandes clásicos parecían  sentir ciertas reticencias ante ellos. Casi más ante las onomatopeyas.  Foster, evidentemente, no las usaba, y las líneas cinéticas, lo justo. Como Raymond, incluso en Rip Kirby. 

                  Como Caniff.

Parece que cuanto más naturalista es el tipo de dibujo, o más adulto su propósito, menos apropiado es utilizar estos recursos... ¿infantilizantes?

Los autores de “novela gráfica” tampoco parecen muy convencidos de que su uso sea conveniente. Los usan con mucha timidez, con renuencia. Paco Roca, por ejemplo,  en “los Surcos del azar”, no dibuja el sonido de los disparos, se limita a escribirlo. (Como también, básicamente, hacía Hergé.)

No parecen estar muy convencidos de que el texto TAMBIÉN es imagen.  Cosa que Vázquez o Wally Wood entienden perfectamente.


El texto es imagen , y como imagen se puede dibujar. En el cómic, las onomatopeyas no se escriben , se dibujan. Y la manera de dibujarlas adjetiva el sonido representado, le añade significados.

Una línea cinética representa la trayectoria de un cuerpo en movimiento. Por tanto en una sola imagen  está condensando el tiempo que ha transcurrido durante ese movimiento.  Es la representación sintética de una secuencia de  momentos.  Jacovitti lo borda. Puro futurismo.

Y se les puede poner su sonido correspondiente.  Termino con esta genialidad de Ibáñez en "Valor, y al toro", que demuestra la profunda comprensión que tenía, aunque quizá intuitiva, de lo que son los recursos del tebeo.




 

jueves, 29 de octubre de 2020

SOBRE LO QUE ES O NO ES UN TEBEO HISTÓRICO: QUETZALCOATL


     El Buscón en las Indias”, de Ayroles y Guarnido, se ha convertido de manera casi indiscutida en el gran tebeo de los últimos tiempos. Nadie le escatima encomios y parabienes. Obra maestra es lo menos que se dice de él. En opinión de este  humilde lector el trabajo de Guarnido merece esos elogios y algunos más. El de Ayroles, no tanto, si bien por motivos no estrictamente tebeísticos,  lo reconozco. Me sorprendió que en 2019 todavía estén tan presentes y pervivan ciertos tópicos incluso con un español en el equipo creativo.

(https://www.facebook.com/groups/1837138999841686/permalink/2624865277735717

     Y como Ayroles es francesito, y escribe sobre la actuación de los españoles en América en la época de la conquista, me decidí a leer la serie “Quetzalcoatl”, de otro francés, Jean Yves Mitton, que  está ambientada en la conquista del Imperio Mexica por Hernán Cortés. Y lo que con Ayroles era decepción, con Mitton se ha convertido en estupor.

    Sobre todo porque se ha publicado en una colección que lleva  el epígrafe “historia gráfica”. Este tipo de obras deberían editarse con un apéndice que nos explique y aclare las licencias que se ha permitido el autor. Y una bibliografía para saber de dónde ha sacado el autor  las cosas que nos cuenta.

     Hacer ficción con o sobre hechos históricos tiene sus riesgos. Es evidente que se necesita mucha documentación,  y no sólo gráfica. Pero, sobre todo, se necesita dejara claro al lector el registro en el que se ha decidido contar la historia. Más aún cuando introduces como personajes de la ficción a personajes perfectamente históricos. 

     Cuando Tarantino, en “Malditos bastardos”, decide que en su ficción a Hitler lo matan en un teatro de París, gracias a un extravagante comando de soldados estadounidenses, nos lo tragamos porque desde el principio queda claro que el tono es el de la exageración y el desparrame.   (Aunque detrás, en el fondo, late el vago propósito de ningunear el papel históricamente decisivo del ejército soviético, que es el que  llegó a Berlín y forzó el suicido de Hitler. Pero esto es otra discusión.)

     Sin embargo José María Merino, en sus estupendas “Crónicas mestizas” decide buscar la verosimilitud. Inventa personajes que no son los protagonistas de primera línea de la Historia, pero que han conocido al mismo Cortés. Y escribe unas novelas de aventuras y acción ambientadas en la Nueva España de 1540 la mar de entretenidas.  Llega a  introducir algún personaje real en su ficción, Diego de Almagro, el Mozo, que interactúa con los protagonistas, pero no le obliga a hacer o decir cosas que no hizo. Digamos que añade matices al personaje histórico y nada de lo que inventa entra en conflicto con la Historia.  Os las recomiendo.

    ¿Qué pasa con “Quetzalcoatl”, de Jean Yves Mitton?  Inicialmente parece que va a ser una reconstrucción rigurosa de los hechos históricos que conocemos.  Se nos presenta como una biografía de una mujer que, inicialmente, parecería ser Malintzin , la Malinche histórica. Sólo que desde la contraportada nos dice que llegó a ser "amante de Moctezuma y la puta oficial de Cortés" y su intérprete. De Cortés no es amante, es “la puta oficial”, ojo.  Este sesgo de enfoque ya da pistas.  Así que no está del todo claro que  sea el personaje histórico.  Sin embargo, al final de la lectura sólo puede ser ella. 

     Sí, nos está contando la historia de la Malinche.

     El problema, como se ve, surge desde el primer contacto con los libros porque no se define el tono: aquí lo importante , ¿qué es, la Historia o la ficción?  Empiezas a leer y todo el rato se nos dan fechas precisas, referencias geográficas muy concretas, nombres de personajes históricos muy importantes y parece que todo va muy pegado a la realidad. Pero pronto se va viendo que el rigor histórico no le interesa ni lo más mínimo.

    Me voy a centrar en lo que se refiere a la representación de los españoles y su actuación, porque es donde las alteraciones  y licencias son más constatables.

    De entrada la acción del tebeo sucede 1525 en Veracruz. La inquisición interroga a una indígena. La confesión de esta indígena, que nos cuenta su vida, es la historia que ocupa los siete tomos. Esta mujer resulta ser Malinche, la que fue intérprete de Cortés.  También  está allí Bernal Díaz del Castillo.   Bueno, pues en la realidad desde finales de  1524 Cortes se embarcó en una expedición de castigo a Cristobal de Olid a las Hibueras, hoy en Guatemala, de la que no regresó hasta 1526. En esa expedición le acompañaba la Malinche, Bernal Díaz del Castillo y Cuathemoc. Durante esa expedición Doña Marina/ Malinche se casó con Juan Jaramillo, y Cuathemoc fue ejecutado. Es decir, en 1525 ni Bernal Díaz ni la Malinche estaban en Veracruz. 

    A  Hernán Cortés nos lo presenta como andaluz dos veces, dice de él que era un Grande de España, y que en el momento de la acción, 1525, estaba en España para ser nombrado  virrey de Nueva España. Todo mal. ¿De dónde habrá sacado estas cosas? 




   Por supuesto Cortés es  maquiavélico, taimado y cruel, y engaña a los indígenas con la patochada de llevar puesta una máscara y hacerse pasar por Quetzalcoatl .





 En un momento dado arenga a sus hombres con un ¡¡Arriba España!! ,  que  demuestra claramente que Hernán Cortés era un franquista  avant la lettre. ¿A que no lo sabíais? 


Todo lo referente a la entrada en Tenochtitlan, la “noche triste” y el posterior asedio a la ciudad es puro disparatenada sucedió como lo cuenta Mitton. 

 
Ignora completamente el importantísimo papel de los tlaxcaltecas en la toma de Tenochtitlan; trastoca completamente lo que fue la "noche triste"; ni menciona Otumba. Toda  esta parte parece pensada para denigrar a Cortés, en la línea de la imagen de él que comparte todos los "indigenistas adánicos", como Neil Younghttps://www.youtube.com/watch?v=-DLN1euyGn8
En todas las biografías  y libros, y las crónicas de quienes  estuvieron con él, se presenta a Cortes, 
al menos en esta campaña, como un hábil diplomático y excelente estratega. Pues nada, aquí es un bruto temerario y arrogante.

    Se inventa un lugarteniente de Cortés que, por supuesto, en un energúmeno, y al que llaman…..¿¡¡”Chino”!!?  Y dice  que Cortés le hizo una estatua en Sevilla. (??). El tal Chino regenta un burdel en Veracruz en el que se prostituyen las indias, que se hacen llamar… ¡Lolita!

   Alvarado se mantiene al margen de toda la acción en esa noche.


 Fíjate si era malo  que los propios españoles, el confesor de la inquisición y su ayudante, tachan a Cortés, Marqués del Valle, de “asesino y carnicero” y otras veces de "matamoros". ¡¡En 1525, cuando Cortes estaba aún en la cima de su prestigio!!  



  Bernal Díaz del Castillo nos es presentado como cronista de la expedición. Resulta que ha escrito un “códice” al estilo de los códices mexicas, y parece que también un diccionario porque resulta que habla náhuatl. Nada que ver con la realidad. 

Al loro con el tribunal de encapuchados que se saca de la manga.

Bernal era poco más que un soldado raso que escribió sus “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” siendo ya muy mayor, en 1568 . Y  no hablaba náhuatl.  Y nunca fue “comandante”, ni mucho menos “consejero del rey para asuntos mejicanos”. Entre otras cosas porque Méjico no existía.

 





 Sobre la Malinche:  http://dbe.rah.es/biografias/12987/la-malinche

    La protagonista está dotada de una personalidad un tanto inestable. La conocemos en las mazmorras de la inquisición como una mujer descreída, lenguaraz y casi cínica cuando la interrogan. Teniendo en cuenta por todo lo que ha pasado, es normal. Cuando nos cuenta su vida empieza siendo una muchacha inocente. Cuando los mexicas arrasan su pueblo y la esclavizan, resulta tener un fortísimo instinto de supervivencia y entiende inmediatamente que el sexo es su herramienta para seguir viva.  Después desarrolla un inflexible sentimiento de venganza hacia los mexicas, que han diezmado a su gente y la han torturado a ella. Fía y calculadora, no duda en utilizar todos sus talentos (sexo) para buscar esa venganza.

    No obstante, esta mujer se transforma en una cándida e ingenua creyente que acepta ir como una pánfila en busca de un supuesto dios que habita entre nosotros en la corrupta y degradada ciudad.



   En estas páginas se diría que va drogada. Y desnuda casi siempre.


    Y…¿¡¡cómo dirías que aprendió español!!!?


 Fácil, en medio de la selva conoce a un chamán que rezando un poco, sin más, le enseña el español. Y a nivel C1 por lo menos, porque es capaz de dar un discurso de arenga a los soldados de Cortés al poco de conocerle. Así de fácil.  Mitton ignora por completo a Jerónimo de Aguilar, que era el otro intérprete que llevó Cortés en esta campaña. Jerónimo de Aguilar hablaba maya porque debido a un naufragio había estado unos años viviendo entre los mayas antes de que lo rescatara Cortés. Cuando Malinche llega ante Cortés no hablaba español, sabía hablar náhuatl y maya. Según avanzaba desde la costa hacia Tenochtitlan, Cortés se comunicaba con los distintos pueblos que hablaban náhuatl porque Doña Marina lo traducía al maya para Aguilar, y este lo traducía al español para Cortés. Doña Marina tarda unos años en aprender el español suficiente como para que Aguilar ya no sea necesario.

Y además pronto aprende a leerlo, ya que se permite leer por encima del hombro de  Bernal Díaz del Castillo  lo que está escribiendo y comentarlo con sorna.


Otra grave tergiversación: Pone en boca de Bernal unos comentarios sobre la veracidad de lo que uno debe escribir cuando escribe Historia, y si hay que hacerlo según convenga a los intereses de estado, que chocan frontalmente con la actitud del Bernal histórico, que siempre se esforzó en dejar claro que él escribía su “Historia
VERDADERA de la conquista de la Nueva España” para corregir los errores que habían escrito otros. De hecho esta escena parece escrita por Mitton, más que para otra cosa, para justificar las libertades que él mismo se toma y las tropelías que perpetra con la Historia de verdad. Si el Bernal Díaz del Castillo auténtico leyera este tebeo, reventaría de rabia.


     Por supuesto que la forma en que Malintzin llega a manos de Cortés también se la inventa. En este momento reaparece la superviviente vengativa, que ve en el español una herramienta para sus planes de venganza.


Pero se eluden las partes históricas en que ayudó de verdad a  Cortés. Por ejemplo, en el episodio  que se conocería en la “matanza de Cholula”: se suponía que los cholultecas tomarían por sorpresa a una veintena de españoles para sacrificarlos en el teocalli o templo previamente, de acuerdo a los rituales de guerra. Estos planes fueron revelados indiscretamente por una mujer anciana a Malintzin; Malintzin informó inmediatamente a Cortés la situación.  

Y resulta que, cuando se consuma su venganza y asiste a la caída sangrienta de Tenochtitlan, le da un vuelco el corazón y proclama algo así como  “Je suis Tenochtitlan”.


De repente decide que su corazón está con los mexicas, que son casi su pueblo, aunque cuarenta páginas antes los quería exterminar.  Ah , y se desnuda, porque es de destacar el esfuerzo sostenido que Yves Mitton hace para que su heroína se quede desnuda cuanto antes en cualquier situación. Sólo a la Sally Forth  de Wally Wood le duraba menos la ropa puesta.

Por supuesto NUNCA  fue amante de Moctezuma. Y no la quemó la inquisición.

Además el autor falsea la muerte de Moctezuma. Aquí parece que simplemente fue destituido y sustituido por Cuauhtémoc.

 

 

   Sobre la Inquisición Española, pues los tópicos de siempre. Ya sabemos lo  novelesca que es esta institución en el imaginario popular. Sobre todo si se trata de quemar mujeres (Ver el “Buscón en las indias”) pese a que se creó en Francia en el siglo XII y que, de hecho, mató mucha más gente, muchas más mujeres,  en los países al norte de los pirineos que en España. Pero, respecto a esto, el que no ha querido informarse un poco a estas alturas,  pues seguirá encantado viendo como los españoles quemaban mujeres en la hoguera. Mitton, eso sí, hace su particular aportación a la imaginería del tema inventándose un tribunal de encapuchados misteriosos, que parece que acaban de llegar de alguna procesión, y que no tienen absolutamente ninguna base histórica.

     Curiosamente si había un pecado que no se perdonaba era el “pecado nefando”, la sodomía. Sin embargo, los crudelísimos inquisidores españoles tienen, durante los siete tomos del tebeo, a un tópico mariquita graciosete mariposeando a su alrededor con todo su plumaje y su descaro … ¡y no le pasa nada!.


 

Es curioso cómo los grabados de Teodore De Bry siguen siendo fuente inevitable de la iconografía con que se ilustra la actuación de los españoles en América, cuando se sabe que son pura propaganda holandesa  orangista, der los enemigos de Felipe II,  deliberadamente exagerada y hecha por gente que, evidentemente, jamás pisó América.

 





 

En otro orden de cosas se diría que Mel Gibson había leído los dos o tres primeros tomos de esta serie antes de hacer "Apocalipto", porque hay un enorme paralelismo en muchas acciones e imágenes, y la obra de Mitton es unos años anterior.

 Por lo demás, pues bueno, un tebeo correcto que entretendrá a quienes no tengan mucho interés en la Historia, o no les importe que les mientan. Debería llevar una etiqueta en la que adviertan: "Una historia basada en hechos y personajes históricos, aunque cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia".

martes, 14 de julio de 2020

EL PRESTIGIO INTELECTUAL DE LOS DIBUJOS FEOS: "LA CIUDAD DE CRISTAL" DE ISABEL GREENBERG

     Una parte de lo que hemos dado en llamar “Novela Gráfica”  busca dirigirse a  un tipo de lector adulto y culto (en un sentido generalista) que no sea el tradicional de los tebeos o cómics. Para eso la Novela Gráfica debe diferenciarse  de estos últimos de manera inequívoca. para lograrlo utiliza dos estrategias muy claras  (hay más, pero de momento me fijo en estas):

    1-La temática. Adaptaciones de grandes clásicos de la literatura universal o que nos cuentan aspectos de la biografía de estos grandes autores o grandes personajes de la historia cultural: James Joyce, Milton, Thomas Bernhard, Chesterton, Kafka,  Lorca, Buñuel…

   Esta referencia a la Alta Cultura proporciona lo que yo llamo “coartada cultural”: al leerlo puedes tener la conciencia tranquila porque no estás leyendo un simple tebeo sino algo con intenciones intelectuales mucho más elevadas, algo relacionado con la Cultura-de-verdad.

    2- Diferenciación estética. Hay que combinar esa temática elevada  con un aspecto gráfico “vanguardista”, que no recuerde a lo que se entiende como  clásico dibujo de cómic. Se ha optado por el dibujo deliberadamente desmañado, a menudo más cercano al registro gráfico del humor de prensa o de ilustración para niños. Un dibujo de aires “primitivos”.  Ernst Gombrich escribió un libro titulado “La preferencia por lo primitivo” en el que analiza la idea, que siempre ha existido entre los filósofos del arte de todas las etapas de la historia, de que el arte de los pueblos “primitivos”, como el arte de los niños, tiene más inmediatez y transmite más sinceridad, frescura y más verdad que el arte de los artistas entrenados, que dominan la técnica y que tienen escuela, y que, por tanto, nos dan una expresión mediatizada, adocenada, en la que el exhibicionismo técnico se impone y oculta  la expresión sincera.

    Por supuesto que si estos dos principios se encuadernan en un tomo bien gordo, con tapas de cartoné, y a todo color en papel mate de buen gramaje, que cueste por lo menos 30 euros,  tienes una verdadera “Novela Gráfica”.

  Ejemplo de lo que digo: “La Ciudad de Cristal”, de Isabel Greenberg.

Lo compré porque había leído unas cuantas críticas muy elogiosas. Ya en la portada te dejan claro que el tocho trata de la vida de las hermanas Brontë. Es decir, que el contenido es “alta cultura”.  Hasta ahí, bien. El argumento me puede interesar. 

 ¿Y los dibujos? Pues aquí es donde me surgen todas las dudas que me han llevado a escribir esto: Son los más feos que me he encontrado en mucho tiempo.  Bueno, no es que sean feos, es que son de una torpeza que, cuando hacía fanzines de fotocopias grapadas, no se admitía. 



       El color lo arregla bastante, es verdad, pero no deja de producirme un raro desconcierto que alguien con tan evidentes carencias considere válidos esos monigotes. Y que un editor lo considere material que vale la pena publicar.  Aunque lo cierto es que la crítica les da la razón. 

    Por lo que he leído Isabel Greenberg es,  ahora mismo, una de las ilustradoras punteras en el Reino Unido. De hecho se nota que es más ilustradora porque las grandes composiciones de páginas dobles le quedan bastante resultonas. 




    Sé que lo de “dibujar bien” es algo muy discutido y discutible. Y más después de lo que el siglo XX  ha supuesto en el ámbito de las artes plásticas.  Yo no necesito que, para ser buenos, todos los dibujantes de tebeos deban ser Alex Raymond o Ralph Meyer. Pero sí que creo creo que para que un tebeo esté bien dibujado debe haber una adecuación entre lo que se pretende expresar y el cómo se expresa: Vuillemin, por ejemplo; Luis Durán;  Benjamin Marra.

   También ocurre que ciertos registros gráficos pueden ser muy eficaces en las distancias cortas, es decir, la ilustración de un texto o el chiste gráfico en  un periódico, donde lo importante es la inmediatez,  pero no lo sean tanto para una narración de largo aliento. Me gusta el grafismo de Peridis en sus viñetas diarias porque veo una al día. Pero una historia continuada de 200 páginas con una viñeta tras otra dibujadas así, no sé si lo soportaría.

    Greenberg parece recrearse en su torpeza, creo que sólo en parte deliberada, y nos da rostros feos, figuras informes, empeñándose en dibujar manos y pies absurdamente minúsculos. 


Las manos que dibuja son las más amorfas que he visto en mi vida. Y desde luego no son las del Guernica de Picasso ni las de Gauyasamín. 

Y no siempre parece tener en cuenta el tamaño al que serán reproducidos los dibujos.  








Si en las páginas dobles hace ilustraciones bastante bien construidas, en las viñetas normales compone de manera muy descuidada y descompensada. 





No parece entender algunos de los recursos básicos del medio que está empleando, y, por ejemplo,   necesita que el rabillo de los bocadillos con los diálogos salgan necesariamente de la boca de los personajes que hablan, con lo que a menudo ahoga las figuras mientras deja enormes vacíos en otras partes de la viñeta.




Ni siquiera parece estar muy segura de las capacidades expresivas de sus dibujos, ya que muy a menudo se siente en la obligación de acompañarlos con alguna palabra que nos explique lo que debemos entender. Y, la verdad, es que a veces sí que son muy necesarias. 










     El  color es como el azúcar con que se doraban las píldoras para disimular su mal sabor y hacerlas más pasables. Gracias al color su manera de emborronar al tuntún y ensuciar los fondos para compensar con manchas los desequilibrios compositivos pasa un poco desapercibida. Esto se puede comprobar en algunas de las imágenes ya puestas.

En fin, no sé. Sólo pretendo expresar mi personal perplejidad de viejo lector de tebeos ante unos productos editoriales que logran éxito de crítica y que se convierten en prestigiosos y lujosos objetos de consumo cultural. Hay ocasiones en que no lo entiendo.