“El Buscón en las
Indias”, de Ayroles y Guarnido, se ha convertido de manera casi indiscutida en
el gran tebeo de los últimos tiempos. Nadie le escatima encomios y parabienes.
Obra maestra es lo menos que se dice de él. En opinión de este humilde lector el trabajo de Guarnido merece
esos elogios y algunos más. El de Ayroles, no tanto, si bien por motivos no estrictamente tebeísticos, lo reconozco. Me sorprendió que en 2019
todavía estén tan presentes y pervivan ciertos tópicos incluso con un español
en el equipo creativo.
(https://www.facebook.com/groups/1837138999841686/permalink/2624865277735717
Y como Ayroles es
francesito, y escribe sobre la actuación de los españoles en América en la
época de la conquista, me decidí a leer la serie “Quetzalcoatl”, de otro francés, Jean Yves Mitton, que está
ambientada en la conquista del Imperio Mexica por Hernán Cortés. Y lo que con
Ayroles era decepción, con Mitton se ha convertido en estupor.
Sobre todo porque
se ha publicado en una colección que lleva
el epígrafe “historia gráfica”.
Este tipo de obras deberían editarse con un apéndice que nos explique y aclare
las licencias que se ha permitido el autor. Y una bibliografía para saber de
dónde ha sacado el autor las cosas que
nos cuenta.
Hacer ficción con
o sobre hechos históricos tiene sus riesgos. Es evidente que se necesita mucha
documentación, y no sólo gráfica. Pero,
sobre todo, se necesita dejara claro al lector el registro en el que se ha decidido contar la historia. Más aún
cuando introduces como personajes de la ficción a personajes perfectamente
históricos.
Cuando Tarantino, en “Malditos bastardos”, decide que en su ficción a Hitler lo matan en
un teatro de París, gracias a un extravagante comando de soldados
estadounidenses, nos lo tragamos porque desde el principio queda claro que el
tono es el de la exageración y el desparrame.
(Aunque detrás, en el fondo, late el vago propósito de ningunear el
papel históricamente decisivo del ejército soviético, que es el que llegó a Berlín y forzó el suicido de Hitler.
Pero esto es otra discusión.)
Sin embargo José María Merino, en sus estupendas “Crónicas mestizas” decide buscar la
verosimilitud. Inventa personajes que no son los protagonistas de primera línea
de la Historia, pero que han conocido al mismo Cortés. Y escribe unas novelas
de aventuras y acción ambientadas en la Nueva España de 1540 la mar de
entretenidas. Llega a introducir algún personaje real en su
ficción, Diego de Almagro, el Mozo, que interactúa con los protagonistas, pero
no le obliga a hacer o decir cosas que no hizo. Digamos que añade matices al
personaje histórico y nada de lo que inventa entra en conflicto con la Historia.
Os las recomiendo.
¿Qué pasa con “Quetzalcoatl”, de Jean Yves Mitton? Inicialmente parece que va a ser una reconstrucción rigurosa de los hechos históricos que conocemos. Se nos presenta como una biografía de una mujer que, inicialmente, parecería ser Malintzin , la Malinche histórica. Sólo que desde la contraportada nos dice que llegó a ser "amante de Moctezuma y la puta oficial de Cortés" y su intérprete. De Cortés no es amante, es “la puta oficial”, ojo. Este sesgo de enfoque ya da pistas. Así que no está del todo claro que sea el personaje histórico. Sin embargo, al final de la lectura sólo puede ser ella.
Sí, nos está contando la historia de la Malinche.
El problema, como se ve, surge desde el primer contacto con
los libros porque no se define el tono: aquí lo importante , ¿qué es, la Historia o la ficción? Empiezas
a leer y todo el rato se nos dan fechas precisas, referencias geográficas muy
concretas, nombres de personajes históricos muy importantes y parece que todo va muy pegado a la realidad. Pero pronto se va
viendo que el rigor histórico no le interesa ni lo más mínimo.
Me voy a centrar en lo que se refiere a la representación de los españoles y su actuación, porque es donde las alteraciones y licencias son más constatables.
De entrada la
acción del tebeo sucede 1525 en Veracruz. La inquisición interroga a una
indígena. La confesión de esta indígena, que nos cuenta su vida, es la historia
que ocupa los siete tomos. Esta mujer resulta ser Malinche, la que fue intérprete de Cortés. También está allí Bernal
Díaz del Castillo. Bueno, pues en la realidad desde finales de 1524 Cortes se
embarcó en una expedición de castigo a Cristobal de Olid a las Hibueras, hoy en
Guatemala, de la que no regresó hasta 1526. En esa expedición le acompañaba la
Malinche, Bernal Díaz del Castillo y Cuathemoc. Durante esa expedición Doña
Marina/ Malinche se casó con Juan Jaramillo, y Cuathemoc fue ejecutado. Es decir, en 1525 ni Bernal Díaz ni la Malinche estaban en Veracruz.
A Hernán Cortés nos lo presenta como andaluz dos veces, dice de él que era un Grande de España, y que en el momento de la acción, 1525, estaba en España para ser nombrado virrey de Nueva España. Todo mal. ¿De dónde habrá sacado estas cosas?
Por supuesto Cortés es maquiavélico, taimado y cruel, y engaña a los indígenas con la patochada de llevar puesta una máscara y hacerse pasar por Quetzalcoatl .
En un momento dado arenga a sus hombres con un ¡¡Arriba España!! , que demuestra claramente que Hernán Cortés era un franquista avant la lettre. ¿A que no lo sabíais?
Ignora completamente el importantísimo papel de los tlaxcaltecas en la toma de Tenochtitlan; trastoca completamente lo que fue la "noche triste"; ni menciona Otumba. Toda esta parte parece pensada para denigrar a Cortés, en la línea de la imagen de él que comparte todos los "indigenistas adánicos", como Neil Young. https://www.youtube.com/watch?v=-DLN1euyGn8
En todas las biografías y libros, y las crónicas de quienes estuvieron con él, se presenta a Cortes, al menos en esta campaña, como un hábil diplomático y excelente estratega. Pues nada, aquí es un bruto temerario y arrogante.
Se inventa un lugarteniente de Cortés que, por supuesto, en
un energúmeno, y al que llaman…..¿¡¡”Chino”!!? Y dice
que Cortés le hizo una estatua en Sevilla. (??). El tal Chino regenta un
burdel en Veracruz en el que se prostituyen las indias, que se hacen llamar…
¡Lolita!
Alvarado se mantiene al margen de toda la acción en esa noche.
Fíjate si era malo que los propios españoles, el confesor de la inquisición y su ayudante, tachan a Cortés, Marqués del Valle, de “asesino y carnicero” y otras veces de "matamoros". ¡¡En 1525, cuando Cortes estaba aún en la cima de su prestigio!!
Bernal Díaz del Castillo nos es presentado como cronista de la expedición. Resulta que ha escrito un “códice” al estilo de los códices mexicas, y parece que también un diccionario porque resulta que habla náhuatl. Nada que ver con la realidad.
Bernal era poco más que un soldado raso que escribió sus “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” siendo ya muy mayor, en 1568 . Y no hablaba náhuatl. Y nunca fue “comandante”, ni mucho menos “consejero del rey para asuntos mejicanos”. Entre otras cosas porque Méjico no existía.
Sobre la Malinche: http://dbe.rah.es/biografias/12987/la-malinche
La protagonista
está dotada de una personalidad un tanto inestable. La conocemos en las
mazmorras de la inquisición como una mujer descreída, lenguaraz y casi cínica
cuando la interrogan. Teniendo en cuenta por todo lo que ha pasado, es normal.
Cuando nos cuenta su vida empieza siendo una muchacha inocente. Cuando los
mexicas arrasan su pueblo y la esclavizan, resulta tener un fortísimo instinto
de supervivencia y entiende inmediatamente que el sexo es su herramienta para
seguir viva. Después desarrolla un
inflexible sentimiento de venganza hacia los mexicas, que han diezmado a su
gente y la han torturado a ella. Fía y calculadora, no duda en utilizar todos
sus talentos (sexo) para buscar esa venganza.
No obstante, esta mujer se transforma en una cándida e ingenua creyente que acepta ir como una pánfila en busca de un supuesto dios que habita entre nosotros en la corrupta y degradada ciudad.
En estas páginas se diría que va drogada. Y desnuda casi siempre.
Y…¿¡¡cómo dirías que aprendió español!!!?
Fácil, en medio de la selva conoce a un chamán que rezando un poco, sin más, le enseña el español. Y a nivel C1 por lo menos, porque es capaz de dar un discurso de arenga a los soldados de Cortés al poco de conocerle. Así de fácil. Mitton ignora por completo a Jerónimo de Aguilar, que era el otro intérprete que llevó Cortés en esta campaña. Jerónimo de Aguilar hablaba maya porque debido a un naufragio había estado unos años viviendo entre los mayas antes de que lo rescatara Cortés. Cuando Malinche llega ante Cortés no hablaba español, sabía hablar náhuatl y maya. Según avanzaba desde la costa hacia Tenochtitlan, Cortés se comunicaba con los distintos pueblos que hablaban náhuatl porque Doña Marina lo traducía al maya para Aguilar, y este lo traducía al español para Cortés. Doña Marina tarda unos años en aprender el español suficiente como para que Aguilar ya no sea necesario.
Y además pronto aprende a leerlo, ya que se permite leer por encima del hombro de Bernal Díaz del Castillo lo que está escribiendo y comentarlo con sorna.
Otra grave tergiversación: Pone en boca de Bernal unos comentarios sobre la veracidad de lo que uno debe escribir cuando escribe Historia, y si hay que hacerlo según convenga a los intereses de estado, que chocan frontalmente con la actitud del Bernal histórico, que siempre se esforzó en dejar claro que él escribía su “Historia
VERDADERA de la conquista de la Nueva España” para corregir los errores que habían escrito otros. De hecho esta escena parece escrita por Mitton, más que para otra cosa, para justificar las libertades que él mismo se toma y las tropelías que perpetra con la Historia de verdad. Si el Bernal Díaz del Castillo auténtico leyera este tebeo, reventaría de rabia.
Por supuesto que la forma en que Malintzin llega a manos de Cortés también se la inventa. En este momento reaparece la superviviente vengativa, que ve en el español una herramienta para sus planes de venganza.
Pero se eluden las partes históricas en que ayudó de verdad a Cortés. Por ejemplo, en el episodio que se conocería en la “matanza de Cholula”:… se suponía que los cholultecas tomarían por sorpresa a una veintena de españoles para sacrificarlos en el teocalli o templo previamente, de acuerdo a los rituales de guerra. Estos planes fueron revelados indiscretamente por una mujer anciana a Malintzin; Malintzin informó inmediatamente a Cortés la situación.
Y resulta que, cuando se consuma su venganza y asiste a la caída sangrienta de Tenochtitlan, le da un vuelco el corazón y proclama algo así como “Je suis Tenochtitlan”.
De repente decide que su corazón está con los mexicas, que son casi su pueblo, aunque cuarenta páginas antes los quería exterminar. Ah , y se desnuda, porque es de destacar el esfuerzo sostenido que Yves Mitton hace para que su heroína se quede desnuda cuanto antes en cualquier situación. Sólo a la Sally Forth de Wally Wood le duraba menos la ropa puesta.
Por supuesto NUNCA fue amante de Moctezuma. Y no la quemó la
inquisición.
Además el autor falsea la muerte de Moctezuma. Aquí parece que
simplemente fue destituido y sustituido por Cuauhtémoc.
Sobre la Inquisición
Española, pues los tópicos de siempre. Ya sabemos lo novelesca que es esta institución en el
imaginario popular. Sobre todo si se trata de quemar mujeres (Ver el “Buscón en
las indias”) pese a que se creó en Francia en el siglo XII y que, de hecho,
mató mucha más gente, muchas más mujeres, en los países al norte de los pirineos que en España. Pero, respecto a esto, el que no ha querido informarse un poco a estas alturas, pues seguirá encantado viendo como los españoles quemaban mujeres en la hoguera. Mitton, eso sí, hace su particular aportación a la imaginería del tema inventándose un
tribunal de encapuchados misteriosos, que parece que acaban de llegar de alguna procesión, y que no tienen absolutamente ninguna base
histórica.
Curiosamente si había un pecado que no se perdonaba era el “pecado nefando”, la sodomía. Sin embargo, los crudelísimos inquisidores españoles tienen, durante los siete tomos del tebeo, a un tópico mariquita graciosete mariposeando a su alrededor con todo su plumaje y su descaro … ¡y no le pasa nada!.
Es curioso cómo los grabados de Teodore De Bry siguen siendo fuente inevitable de la iconografía con que se ilustra la actuación de los españoles en América, cuando se sabe que son pura propaganda holandesa orangista, der los enemigos de Felipe II, deliberadamente exagerada y hecha por gente que, evidentemente, jamás pisó América.