En un
reciente viaje a Tenerife encontré, en un mercadillo de Santa Cruz, esta pequeña
tablita, 15 cm x 27 cm, con el arcángel San Miguel representado como un arcabucero.
Esta forma
de representar a los arcángeles es típica del Barroco Novohispano del siglo XVII,
muy especialmente en Perú. Asimismo en la iglesia de La Concepción de La
Orotava se puede ver (malamente) un cuadro de origen Novohispano del arcángel Rafael,
creo. Como pasa en tantas iglesias españolas, está a oscuras y sin ninguna información
sobre el autor o el título. Por eso la
foto es tan mala.

En este enlace puedes leer un detallado estudio histórico de la representación de seres alados y más o menos angélicos a lo largo de la historia del arte, con una especial dedicación a los cuadros que hay en Salamanca.

El arcángel
arcabucero, concretamente, se ha convertido en el ejemplo más difundido y popular
de toda esa nueva reelaboración iconográfica que los artistas de la escuela
cusqueña llevaron a cabo en el XVII. A San Miguel Arcabucero lo suelen
representar en tres actitudes: con el arma al hombro, apuntando con el arma o cargando con
la baqueta introducida en la boca del cañón.
Todavía hoy
día en Perú hay muchos pintores que pintan estos arcángeles arcabuceros, del
mismo modo que en Grecia sigue habiendo pintores de iconos al estilo clásico.
Lo más probable es que este que encontré sea obra de uno de estos pintores de recuerdos
para turistas, pero es bonito y una buena excusa para recordar esta escuela
pictórica.
La llegada
a Lima en 1583 del pintor manierista italiano Bernardo Bitti se suele dar como fecha de inicio del arte Cusqueño al dar
pie a la creación de talleres de pintura muy activos en los que los pintores
locales e indígenas van cobrando más relevancia hasta configurar lo qe propiamente
se conoce como “Escuela Cusqueña” desde mediados del XVII.

Otro elemento curioso es que los ángeles que pintan no son únicamente los que nosotros conocemos, Rafael, Gabriel, Miguel y Uriel. De algún modo las variopintas categorías angélicas de los Libros Apócrifos, como el Libro de Enoch, fueron consideradas adecuadas para sustituir a los muchos dioses de los panteones indígenas, y así los nombres de los ángeles que pintan son variadísimos.

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