En un
reciente viaje a Tenerife encontré, en un mercadillo de Santa Cruz, esta pequeña
tablita, 15 cm x 27 cm, con el arcángel San Miguel representado como un arcabucero.
Esta forma
de representar a los arcángeles es típica del Barroco Novohispano del siglo XVII,
muy especialmente en Perú. Asimismo en la iglesia de La Concepción de La
Orotava se puede ver (malamente) un cuadro de origen Novohispano del arcángel Rafael,
creo. Como pasa en tantas iglesias españolas, está a oscuras y sin ninguna información
sobre el autor o el título. Por eso la
foto es tan mala.
Es evidente
que durante los siglos de presencia española en América se llevaron
continuamente obras de pintores españoles a los virreinatos. Sin embargo no hay
reciprocidad en este tráfico. En buena lógica debería haber ejemplos de pintura
americana en España, y es cierto que los hay, pero pocos. En principio parece
lógico esperar que en las Canarias sea más fácil encontrar este tipo de pintura,
aunque también hay ejemplos en iglesias de La Rioja, y el Museo de Bellas Artes
de Salamanca tiene una colección de ocho cuadros que resulta realmente insólita en España.
En este enlace puedes leer un detallado estudio histórico de la representación de seres alados y más o menos angélicos a lo largo de la historia del arte, con una especial dedicación a los cuadros que hay en Salamanca.
Pero estoy
hablando de cuadros de iglesia. Por eso encontrar una tablilla de tan reducidas
dimensiones (que por la forma que tiene parece haber estado encajada en algún
tipo de retablito pequeño, quizá doméstico, casi al modo de un icono) hace
pensar en que en las islas estas imágenes podrían haber sido bastante comunes.
El arcángel
arcabucero, concretamente, se ha convertido en el ejemplo más difundido y popular
de toda esa nueva reelaboración iconográfica que los artistas de la escuela
cusqueña llevaron a cabo en el XVII. A San Miguel Arcabucero lo suelen
representar en tres actitudes: con el arma al hombro, apuntando con el arma o cargando con
la baqueta introducida en la boca del cañón.
Todavía hoy
día en Perú hay muchos pintores que pintan estos arcángeles arcabuceros, del
mismo modo que en Grecia sigue habiendo pintores de iconos al estilo clásico.
Lo más probable es que este que encontré sea obra de uno de estos pintores de recuerdos
para turistas, pero es bonito y una buena excusa para recordar esta escuela
pictórica.
La llegada
a Lima en 1583 del pintor manierista italiano Bernardo Bitti se suele dar como fecha de inicio del arte Cusqueño al dar
pie a la creación de talleres de pintura muy activos en los que los pintores
locales e indígenas van cobrando más relevancia hasta configurar lo qe propiamente
se conoce como “Escuela Cusqueña” desde mediados del XVII.
Un hecho ocurrido a fines del siglo XVII, resultó decisivo para el rumbo que tomó la pintura cusqueña. En 1688, luego de permanentes conflictos, se produce una ruptura en el gremio de pintores que termina con el apartamiento de los pintores indios y mestizos debido, según ellos, a la explotación que eran objeto por parte de sus colegas españoles, que por lo demás constituían una pequeña minoría. A partir de este momento, libres de las imposiciones del gremio, los artistas indios y mestizos se guían por su propia sensibilidad y trasladan al lienzo su mentalidad y su manera de concebir el mundo, dice la Wikipedia.
Otro elemento curioso es que los ángeles que pintan no son únicamente los que nosotros conocemos, Rafael, Gabriel, Miguel y Uriel. De algún modo las variopintas categorías angélicas de los Libros Apócrifos, como el Libro de Enoch, fueron consideradas adecuadas para sustituir a los muchos dioses de los panteones indígenas, y así los nombres de los ángeles que pintan son variadísimos.
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